Bajo el lema “Wir halten das Tempo” (‘mantenemos el
ritmo’) regresan los alemanes a los escenarios en 2013, con su presencia como
cabezas de cartel en muchos festivales además de realizar conciertos por su
cuenta en grandes recintos como ocurrirá en la península, con tres citas en el
mes de abril:
19 Bilbao (BEC)
21 Madrid (Palacio de los Deportes)
No venían a España desde 2010, y en recinto cerrado desde un año antes,
cuando ya agotaron las entradas en estas mismas ciudades, de hecho el
emplazamiento en Barna ha cambiado para satisfacer la demanda de tickets.
Los seguidores guardarán la esperanza de que para entonces el grupo tenga
en la calle un nuevo trabajo, pero no, se enmarca dentro del tour del
recopilatorio ‘Made In Germany’, que comenzó en noviembre de 2011 y que ya han
visto 1.300.000 espectadores de México, EEUU, Australia, Canadá y Europa,
aunque se anuncia que “la versión del 2013, será, a
nivel visual, la más espectacular que nunca hayan hecho”.
→Así hablaba la crítica del concierto que dieron
en el festival Sonisphere
en 2010:
Rammstein es un grupo hipnótico, industrial,metal-dance, milimétrico, extrañísimo, atronador
y demoledor. Los versos y el ritmo son muy primitivos, ellos son glaciales,
perturbadores y muy tradicionales; el apego al sonido que vienen haciendo desde
1994 demuestra lo tendentes a la inmovilismo que son.
Tienen un sentido del
espectáculo y el vodevil gótico apasionante, una devoción por el fuego de sobra
conocida y un sentido del humor bastante primario, divertido y, también, muy
denostado. Rammstein son venerados por una legión de fieles, que invadirían un
país si se lo pidieran en medio del fragor del concierto, y generadores de una
estética apabullante; la bandera de Alemania tamaño faraónico que apareció al
caer el telón negro que cubría el escenario fue orgásmica.
Alternaron los temas de su último disco Liebe ist für alle da con los éxitos de su discografía - Benzine, Links 2, 3, 4, Feuer Frei, Sonne-, con toneladas de llamaradas y grandes números de baile que incluyen prender fuego a un miembro de la banda en un ataúd de metal, subirse a lomos de un cañón-fálico durante el tema Pussy del que fluía una sustancia blanca y espesa bastante reveladora, y el siempre agradecido paseo en lancha del teclista sobre una marea de brazos que le guían, aunque esta vez no fuera con Seeman de banda sonora.
Defender
el atractivo y el hipnotismo de Rammstein es tan cansado como explicar el poder
de Crepúsculo. Si lo entiendes, te devora de gusto.
En fin, si Faith No More hubieran tocado en la misma jornada que Deftones, Rammstein y Alice in Chains, esto hubiera terminado como empezamos ayer: en un polvazo.
En fin, si Faith No More hubieran tocado en la misma jornada que Deftones, Rammstein y Alice in Chains, esto hubiera terminado como empezamos ayer: en un polvazo.
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