Hastío.
Esa es la sensación que se tiene y la palabra que le viene a uno a la boca
cuando toca hablar por tercera vez en poco más de dos meses de un nuevo disco
de Green Day. Supongo que
los fans del trío estarán muy contentos y más que satisfechos de haber recibido
tres entregas a un ritmo maratoniano, pero la verdad, si no te incluyes entre
ellos, la percepción es muy diferente.
Eso en cuanto a sensaciones; porque si uno se para a describir ¡Tré! acertaría diciendo que es exactamente
el mismo perro con el mismo collar; sólo le han cambiado el color; el de la
portada, claro.
Esta tercera entrega de la trilogía viene simplemente a
confirmar lo que ya atisbábamos desde la primera y parecía hacerse evidente en
la segunda: que Green Day no han sabido separar el grano de la paja. Eso, y que
no había necesidad alguna de estirar tanto el chicle. Lo que podría haberse
quedado concentrado en un disco decente se ha alargado en demasía y el
resultado es tan sólo tolerable siempre y cuando no se escuchen los tres discos
seguidos.
Para
empezar, cuando uno anda escaso de ideas, lo mejor sería sentarse ante las que
se tienen y decidir cuáles son buenas y cuales malas. Lo que viene siendo una
criba que, Billie Joe Armstrong y compañía no parecen haber hecho,
habiendo preferido en su defecto un saco más grande en el que cupieran tanto
las ideas malas como las peores.
Así, nos queda claro, que esas “peores ideas”
pesan más y se van al fondo de ese saco, quedándose para el final (pobre Tré
Cool, lo peor de la trilogía lleva su nombre y su cara en la
portada). Eso, o es que después de dos meses de sobreexposición a Green Day,
uno no termina de ver la luz al final del túnel.
Ahora queda ya completamente diluida la posibilidad de qué cada
disco de la trilogía nos ofreciera algo diferente; un concepto o idea que
hiciera realmente necesaria el hacer tres álbumes, y que diera una cohesión a
los mismos. Si, había un poco de ello en lo que nos contaron de que el primero
era prepararse para ir de fiesta, el segundo la fiesta en sí y el tercero la
resaca. Poco queda de eso cuando los tres componentes de la trilogía suenan a
lo mismo y apenas encontramos variaciones en ellos.
Tras
haber empleado los mismos trucos que conocen una y otra vez a lo largo de los
primeros 25 temas, en los 12 últimos los repiten una vez más; con algunos
cortes de punk y power pop rápidos, y otras tantas baladas y medios tiempos, en
la línea de lo que nos han dejado en otras ocasiones, que conseguirán
satisfacer a la mayoría del amplio espectro de seguidores que poseen.
De
hecho, de lo poco que sorprende esta vez es que hayan optado no sólo por cerrar
con una balada, (el ya conocido y prescindible ‘The Forgotten’, de la banda sonora de Amanecer Parte 2) sino también por abrir con
otra, ‘Brutal Love’,
que sorprende además por ser una de las canciones más destacables de todo el
listado, gracias a ese aire clásico americano que pocas veces ha explotado el
trío y que les valdrá buenos momentos de mechero en alto cuando se den un baño
de masas en algún que otro estadio (rehabilitación de Armstrong mediante,
claro).
Al
menos en esta entrega, los de Berkeley han querido ser algo más coherentes con
la ideología punk y nos han dejado alguna canción con un poso de inconformismo
que en ¡Uno! Y ¡Dos! no teníamos, como es el caso de ‘Dirty Rotten Bastards’
o, sobre todo ‘99
Revolutions’, dedicada al movimientoOccupy.
Pero ese aire contestatario tampoco es el rasgo más destacable y
generalizado de ¡Tré! y quizás lo único que se pueda comentar sobre él sea que
hay demasiados temas que suenan a déjà vu (o debería decir mejor déjà
écouté), porque, ‘Sex,
Drugs & Violence’, aun siendo de lo mejor del disco
recuerda demasiado a un ‘Basket
Case’ algo menos distorsionado, ‘X-Kid’, otro de los
pilares en que se sustenta el álbum, es primo hermano de ‘Warning’ o ‘8th Avenue Serenade’
tiene ciertos aires de ‘Letterbomb’.
Y lo malo es que esos son sólo algunos ejemplos.
Para rematar la faena, en esta ocasión ni siquiera tenemos un
tema que nos rompa los esquemas, como si hicieron anteriormente ‘Kill The DJ’ o ‘Nightlife’ por salirse
de todo lo esperado en los californianos al darse una vuelta por estilos que
nunca habían practicado.
Así
pues, todo se resume bastante bien en una de las frases de la letra de ‘X-Kid’:
"Did you wake up late one day?
And you’re not so young, but you’re still dumb"
And you’re not so young, but you’re still dumb"
Green Day se han levantado demasiado tarde y con cara de tontos,
y han visto que el mundo no es que haya cambiado demasiado, sino que ellos ya
no son los jovencitos que eran hace unos años. Todo un problema cuando tu público
suelen ser adolescentes inconformistas. Tus fiestas con esa edad ya no son las
mismas; no las preparas de la misma forma y las resacas no son en absoluto
igual de llevaderas. Por eso, lo que parecía una buena forma de sacudirse el
estigma de conceptos demasiado profundos y pretenciosos se ha convertido en una
obra demasiado extensa sin necesidad alguna; al fin y al cabo, las fiestas a
los cuarenta años son fugaces y no se pueden alargar tantos días.
Pero dejando a un lado elucubraciones y opiniones personales, lo
que está claro es que de ¡Uno!,¡Dos! y ¡Tré! podía haber salido un único disco
repleto de singles potenciales y más o menos perfectos y, al alargarlo, se ha
convertido en la colección de relleno más apabullante de los últimos tiempos.
Una colección que, escuchada del tirón te hará suplicar la llegada del final y
agradecer que, al menos cada uno de los discos sea de corta duración y que el
total del conjunto apenas sobrepase las 2 horas.
Puedes escuchar los discos aquí:
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